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¿Cómo juzgará Dios a los falsos maestros? - Exodo 34:6-7

Estudio Biblico



Si hay algo que la Biblia señala desde el principio, es que, aunque Dios es lento para la ira, no está exento de ira. Esta es la forma en que Dios se reveló a Moisés en Su encuentro con Él en el monte Sinaí. Se describió a Sí mismo como «Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene Su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado». Luego agregó: «pero que no deja sin castigo al culpable» (Éx 34:6-7).

No puedo imaginar a nadie que, en su sano juicio, pueda creer en o aplaudir a un gobierno que vio el mal en aumento desenfrenado y no se preocupó de aplicar la ley para hacer justicia, preservar el orden y velar por sus ciudadanos. Del mismo modo, no puedo imaginarme creyendo en un Dios que continuamente ve homicidios, violaciones de niños, corrupción administrativa pública y privada, injusticia contra los débiles, robos y otros innumerables delitos, solo para hacerse el de la vista gorda y enviar a los perpetradores a una eternidad de gozo. No, debe haber un lugar para enviar a los impíos: aquellos a quienes no se les han perdonado sus pecados por no creer en el sacrificio de Cristo. 

En la carta de Judas (vv. 5-10), el autor usa tres historias del Antiguo Testamento para recordar a sus lectores esto mismo en relación a los falsos maestros: no hay manera de que ellos escapen del juicio de Dios. La maldad de los falsos maestros ha alcanzado niveles tan intolerables que el Dios abundantemente misericordioso finalmente permitirá que Su ira caiga sobre ellos. Aquí hay tres ejemplos de lo que les espera.

1) La rebelión del desierto
El primer ejemplo se encuentra en Judas v. 5: «El Señor, después de liberar de la tierra de Egipto a Su pueblo, destruyó a los que no creían». Este versículo habla de cómo el Señor, en Su misericordia, sacó al pueblo israelita de Egipto. Pero también nos dice que este mismo Dios amoroso destruyó a los que no creyeron mientras estaban en el desierto. En el mismo versículo podemos ver tanto la ira de Dios como Su misericordia.

La razón de su destrucción fue su incredulidad. El Señor mostró Sus cuidados y poder al pueblo de Israel. Sin embargo, nada de esto logró hacer crecer su fe. Murieron y fueron enterrados en el desierto por su incredulidad. Este también es el caso de los falsos maestros; su incredulidad los llevará a la destrucción.

La incredulidad no es simplemente ignorancia o falta de entendimiento. Es rebelión contra Dios; es creer que tenemos un mejor entendimiento que el Creador. Esto nos lleva a seguir a los falsos maestros y no a Dios.

Judas puede estar aludiendo a la adoración del becerro de oro en lugar de Dios (Éx 32). Por otro lado, podría haber estado pensando en la incredulidad de diez de los doce espías que fueron enviados a inspeccionar la tierra prometida (Nm 13-14). Estos hombres desafiaron a Dios al no creer en Su promesa de darles la tierra como herencia. Los gigantes que ocupaban la tierra los intimidaron; los espías los vieron «más grandes» que Dios. Los gigantes de la tierra fueron la herramienta utilizada para probar su fe. Asimismo, las cosas que percibimos como gigantes, e invencibles en nuestra vida, ponen a prueba nuestra fe y compromiso con Dios. 

Y si no creemos en Dios, ¿a quién le creeremos? Solo hay una posibilidad: a los falsos maestros. Esto es lo que Dios les dijo a estos espías y a los que los siguieron en su rebelión: «En este desierto perecerán. ¡Morirán aquí mismo!» (Nm 14:35). Estas son palabras duras de parte de Dios, pero no más duras que el corazón del pueblo.

Dios no quiere que olvidemos lo que sucedió en el desierto hace unos 3500 años. En el Nuevo Testamento encontramos otras referencias a esto: «Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad» (He 3:18-19). Claramente, lo que trajo el juicio de Dios sobre el pueblo fue su incredulidad a pesar de todo lo que habían visto (1 Co 10:6-11). Dios les mostró Su poder, Su amor, Su gracia, Su misericordia y Su deseo de llevarlos a una tierra de reposo, pero todo fue en vano.

Sin embargo, antes de que juzguemos a esa generación con severidad, debemos reconocer que nosotros también, a menudo, no creemos, lo que en muchos aspectos es incluso peor, ya que hemos recibido más revelación que ellos. Nuestra incredulidad a menudo se manifiesta a través de la idolatría, la inmoralidad sexual, las quejas y la ingratitud. Afirmamos que Dios tiene el control, pero luego buscamos controlar nuestras vidas y la vida de los demás.

Pablo nos recuerda que el juicio sobre la generación del desierto «sucedió para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos» (1 Co 10:6). Dios dejó impreso el destino que sufrieron para enseñarnos que no debemos desear cosas consideradas malas por Dios. Estas historias del Antiguo Testamento sirven para instruir, amonestar y advertir, todo al mismo tiempo.

2) Ángeles caídos
El segundo ejemplo de juicio se menciona en Judas v. 6: «Y a los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran Día».

Pedro hace referencia a estos ángeles (2 P 2:4). Ellos pecaron en los días de Noé, probablemente al tener hijos con mujeres humanas y, por lo tanto, Dios los encarceló (puedes ver mi discusión sobre esto en la página 49 de mi libro 2 Pedro y Judas para ti). En la época de Judas, esta interpretación de Génesis 6:2 como una referencia a seres angelicales era bien conocida. Así que, como señala el comentarista Peter Davids, «que sea extraña la tradición para nuestros oídos no significa que fuera extraña a los lectores de Judas».1

Dios les dio a estos seres angelicales una posición de autoridad bajo Su mando, pero ellos «abandonaron su propia morada», en otras palabras, no se sometieron a la autoridad de Dios ni mantuvieron el lugar que Él les había dado. Querían más. Por eso Judas los usa como ejemplo para desenmascarar a los falsos maestros. Estos maestros tampoco se sometieron a la autoridad de nuestro Señor Jesucristo (Jud v. 4).

Hermanos, cuando pecamos sabiendo lo que hacemos —y, además, continuamos la práctica del pecado— esto representa rebelión contra la autoridad de nuestro Señor. Asimismo, cuando dudamos de la revelación de Dios, comenzamos a dejar de someternos a la autoridad de Cristo, y esto nos llevará en una dirección que nos hará tropezar y caer.

Tenemos esta advertencia:

El principal peligro que enfrentará el siglo venidero será la religión sin el Espíritu Santo, el cristianismo sin Cristo, el perdón sin arrepentimiento, la salvación sin regeneración, la política sin Dios, el cielo sin infierno.2

Debemos tener cuidado de no querer un Dios hecho a la medida. 

3) Sodoma y Gomorra
Judas v. 7 contiene el tercer ejemplo de juicio: el de Sodoma y Gomorra. El juicio de Dios sobre estas ciudades se describe en Génesis 18 y 19. Se caracterizaron por la inmoralidad sexual; sus habitantes se corrompieron y practicaron la «inmoralidad y toda clase de perversión sexual» (Jud v. 7; NTV).

Algunos creen que esta frase alude a la práctica de la homosexualidad: Dios no creó la sexualidad humana para ser practicada entre personas del mismo sexo, por lo que la homosexualidad es una perversión (o distorsión) de Su diseño. Otros creen que esta frase se refiere al deseo de ciertos hombres en Sodoma de tener relaciones sexuales con los ángeles que visitaron a Abraham en forma humana. Los ángeles realmente están en una categoría diferente a la de los humanos, y esta podría ser la razón del uso de la frase «inmoralidad sexual y perversión».

Esta interpretación sugeriría un vínculo claro entre los versículos 6 y 7. Primero, Judas se refiere a los ángeles caídos que querían tener relaciones sexuales con mujeres humanas, y segundo, habla de humanos que desean tener relaciones con ángeles, que es el mismo pecado, pero al revés. Dios consideró el pecado de la gente de Sodoma y Gomorra tan perverso que destruyó ambas ciudades por fuego.

Los tres ejemplos descritos por Judas como ilustraciones del juicio o de la ira de Dios tratan con esto:

La incredulidad del pueblo judío en el desierto.
La rebelión o la falta de sumisión a la autoridad de Cristo por parte de los ángeles que están en prisiones de oscuridad.
La inmoralidad sexual de Sodoma y Gomorra.

Judas nos dice que estas historias «son puestas como escarmiento» (v. 7). Los tres pecados han sido juzgados en el pasado. Podemos estar seguros de que aquellos que practican los mismos pecados en la actualidad también se encontrarán con juicio.

Dios puede simultáneamente poseer un amor incondicional por aquellos que creen en Sus promesas y estar extremadamente airado con aquellos que corrompen Su diseño y violan Su ley. Violar la ley de Dios es deshonrar Su carácter, algo que Dios no se toma a la ligera. Tal era el estilo de vida de los falsos maestros contra los cuales estaba contendiendo Judas.


MIGUEL NÚÑEZ

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34:7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

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