Estudio Biblico
He conocido a personas que saben que el Señor las ha llamado a hacer algo, pero están tan centradas en su aparente incapacidad, que siguen diciéndole: “No puedo”. ¿Se ha dado cuenta de que esto es una forma de rebelión? Equivale a decirle a Dios que Él no tiene la capacidad suficiente para equiparnos, y que llevar a cabo su voluntad dependerá de nuestras propias habilidades naturales.
Al ser llamado a sacar a los israelitas de la esclavitud, Moisés se quejó de que él no era la persona adecuada para esa tarea, y presentó la excusa de que no podía hablar bien (Éx 4.10). La respuesta de Dios puso de relieve que no solo era más que capaz de equipar a su líder escogido, sino que también había hecho planes para lograr sus propósitos con o sin Moisés.
El Señor es quién nos da la capacidad para vivir dentro de su voluntad. Tenemos esta promesa divina: Si le creemos y seguimos adelante con obediencia, Él nos mostrará lo que debemos hacer, y después nos capacitará para hacerlo. Filipenses 2.13 dice que Dios “es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No hay nada que temer, usted nunca tendrá que hacer con sus propias fuerzas lo que Él le diga, y Dios no le dirá que haga algo sin su ayuda. El Padre se ha comprometido a equipar a sus hijos para que hagan lo que Él les pida.
Como seguidor de Cristo, usted tiene una responsabilidad personal: primero, decirle “sí” a Dios cuando Él le llame; y segundo, permitir que Él logre sus propósitos por medio de su vida. Él no le fallará. Ver la actividad de Él en su vida, fortalecerá su fe e impulsará el proceso de transformarle a la imagen de su Hijo.
3:2 Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.
3:3 Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
3:4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.
3:5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.
3:6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
3:7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
3:8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
3:9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
3:10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
3:11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
3:12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
3:13 Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.