Estudio Biblico
QUIEN SOY DETERMINA QUE DECIDO HOY
Este texto nos habla de una decisión que tomo un joven en medio de dificultades gigantescas, dicha decisión fue proponer en su corazón no contaminarse.
El joven que tomo esta decisión fue Daniel, un joven de aproximadamente 12 a 14 años. Además de tener tan corta edad, este relato nos dice algunas cosas más de él: según la versión Dios Habla Hoy, era uno de los muchos jóvenes de la familia real o de una familia distinguida, bien parecido, culto e inteligente y entendido en todos los campos del saber.
Sin embargo, por tener Daniel y los demás jóvenes que estaban con él estas características, tuvieron que vivir una dificultad mucho más grande que una tragedia personal, se trató de una invasión a su nación que termino afectándolos a ellos, a sus familias y a su nación; Nabucodonosor, el rey de Babilonia, el imperio de la Época, tomo en el año 605 a de J C. su nación y además de llevarse parte de los utensilios de la casa de Dios y ponerlos en la casa de su dios, también se los llevo a ellos.
Lo que vino después fue un atentado contra su identidad. En la dificultad y tragedia que enfrentaban se les había arrancado del territorio en el que habían crecido, se les había arrancado de los brazos de sus familias y estando en Babilonia, iban a ser entrenados para servirle al rey, dicho entrenamiento era aprender la lengua de los caldeos, pero sufrieron algo mayor: el cambio de los nombres.
Para cualquier persona, su territorio, su familia y su nombre es parte de su identidad, pero para un judío su nombre decía directamente de quien era él. El imperio babilónico intencionalmente pretendió atentar contra quienes eran. Sin embargo, el texto dice que a pesar de esto, un muchachito de 12, 13 o 14 años también decidió, y decidió desde el corazón, aunque implicara desafiar al monstruo que dominaba el mundo entero.
El texto dice que decidió no contaminarse con la comida del rey. El problema con la comida implicaba una contaminación física y espiritual. Física en cuanto era saturada de grasa y esto afectaba la dieta que como buen judío conservaba y espiritual puesto que dicha comida era dedicada a otros dioses, esto afectaba su fidelidad a Jehová, del cual dependía su identidad.
Aunque también hoy los grandes imperios políticos y económicos siguen usando la guerra para saquear territorios y llevar jóvenes como botines de guerra, existe un imperio mayor y más sutil que está atentando contra la identidad de los muchachos de hoy…
Me refiero al imperio ideológico que está entrando en las mentes de ellos con mucha más velocidad de la que podemos imaginarnos, dicha ideología es el acceso sin límites a cualquier contenido en la web; pornografía visual y auditiva, y esta es reforzada por la ideología de los derechos; ellos son dominados por la creencia que tienen derecho a todo y obligación de nada.
Esta ideología, muchachos no los está arrancando de sus casas pero si de sus relaciones familiares, de la identidad de su sexualidad al creer mentiras que ponen en duda su masculinidad o feminidad y los está dejando solos, sin las relaciones que les permite ir por la aventura de hacerse responsable por ustedes y por los demás.
Saber que un joven de tan solo 12, 13 o 14 años decidió ir en contra de las decisiones del imperio que quiso atentar contra su identidad, nos dice que era un joven que sabía quién era en relación con Dios, su familia y su tierra, pero también nos dice que eran jóvenes críticos del sistema que los quería dominar.
Saber que un joven como Daniel decidió no doblegarse ante el imperio más poderoso de la época y sobre todo que no se dejó robar su identidad la cual estaba sustentaba en Dios les da esperanza a ustedes jóvenes de hoy, para que decidan de corazón no contaminarse con la mala comida del Internet y del mal uso del discurso de los derechos.
Debemos de saber que somos creados a la imagen y semejanza de Dios y no a la ideología imperante de hoy, puesto que saber quién soy determina que decido hoy.
1:2 Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
1:3 Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes,
1:4 muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.
1:5 Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.
1:6 Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.
1:7 A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
1:8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.