EN TI CONFIARÁN LOS QUE CONOCEN TU NOMBRE… - Salmos 9:1-20

EN TI CONFIARÁN LOS QUE CONOCEN TU NOMBRE…

Escrito por: Diana M. Muñoz 

El salmo 9 es un texto escrito en el original a manera de acróstico, y los acrósticos tal como lo conocemos no siempre riman ni tienen necesariamente mucha coherencia interna entre sus partes. Sin embargo este es un salmo que gira alrededor de la alabanza a Dios porque  es un juez justo que juzga con justicia.

Esto tiene un gran efecto esperanzador en medio de nuestra realidad dado que nuestros Sistemas judiciales no nos brindan ninguna esperanza.  Pocas veces se puede hablar de jueces justos, y cuando alguno quiere obrar con justicia, son simplemente sobornados, amenazados, removidos o en el peor de los casos cuando persisten en obrar con justicia son eliminados. Pero este salmo exalta a Dios como un juez justo, que obra con justicia y que además, permanece para siempre, mientras que el nombre de los malos será borrado eternamente.

Nuestra mirada de un juicio es casi siempre individual, (cuando se juzga a un individuo), pero en 6 ocasiones el salmista habla de juicio al mundo,  las naciones y ciudades que se olvidan de Dios, y hoy podemos dar testimonio de esto, naciones que en toda su constitución y normatividad como nación deciden establecer su independencia de Dios en función de la “libertad” de la gente, pero generalmente termina en la libertad de unos, y la opresión de muchos otros.  

Pero cuando se juzga en general se pueden cometer injusticias, así que el salmista sabe que Dios como juez justo juzgará a los pueblos con rectitud, que será refugio del pobre, y no es un refugio que encarcela, limita o perpetúa dicha condición como hoy tenemos miles de refugiados, sino que es refugio en tiempo de angustia porque no se supone que esta sea una condición permanente.

Pero que  además “no se olvida del clamor de los afligidos” (…),  y resalta que “la esperanza del pobre no será olvidada perpetuamente”. Así que es un salmo profundamente esperanzador para los que sufren, para los oprimidos, para los humildes, para todos aquellos que están por fuera del sistema de acumulación de riqueza, para los que están por fuera de las posibilidades de recibir justicia ante sus causas.

Aunado a lo anterior, el versículo 10 “En ti confiarán los que conocen tu nombre” (que significa conocer a la persona misma),  en particular permite preguntar: ¿Qué tanto conoces a Dios? Y ¿que tanto confías en Él? Ambas preguntas están directamente interconectadas, si lo conoces, confiarás, si no confías es porque no lo conoces.

Podemos confiar en Él con la certeza de que “no ha abandonado a los que lo han buscado”. Es decir que nuestra confianza tiene que verse reflejada en nuestra búsqueda de Él, implica acudir a Él. ¿A quién buscamos en necesidad?, a los que conocemos. ¿Buscamos a Dios en momentos de necesidad?, quizás conocemos más a otros que a Dios.

Por otro lado, el salmista exalta a Dios por lo que ha hecho, por lo que hace y por lo que hará. Esto abarca todas las dimensiones del tiempo, Dios ha hecho, hace y continuará haciendo… justicia, en este caso.

Otro aspecto importante que resalta el salmo en contraste con nuestra cultura que dice: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”, el autor, dice que hará, “Te alabaré Jehová (…) contaré de tus obras (...)”,  pero además invita a hacerlo también “Cantad a Jehová (…), publicad entre los pueblos sus obras”. Pero él mismo ora a Dios su intervención “para que cuente tus alabanzas”, dice y hace. En nuestra cultura somos buenos para saber y para decir, no siempre para hacer acorde a lo que sabemos y decimos. ¿Qué tanto aplicas lo que sabes y lo que dices?.

Una pregunta adicional, que tal está la alabanza en tu vida?. Conocer y reconocer las obras de Dios, no puede producir otro resultado que alabanza, adoración y la capacidad de compartir con otros, de difundir lo que Dios ha hecho.  Si no estamos publicando las obras de Dios, lo que ha hecho en nuestra vida, quizá necesitemos un tiempo para meditar, conocerlo y reconocerlo.

 
El salmo cierra con broche de oro, pidiendo a Dios que se glorifique para que podamos reconocer nuestra condición, que no somos más que humanos, en un tiempo donde el hombre se ha sentado en el trono para juzgar, para decidir quien vive y quien no, para decir que Dios es creación nuestra, para “producir vida en laboratorios”. Exaltar a Dios implica reconocer quién es Él como Dios todo poderoso, autor de la vida, pero a la vez, implica reconocer quienes o qué somos nosotros, simples seres mortales, que hoy somos y mañana no.