¿QUÉ IMPLICA CONOCERLE? De la serie del mes de la Biblia: (5) “que te conozcan a ti” - Hechos 11:20-21

¿QUÉ IMPLICA CONOCERLE?

De la serie del mes de la Biblia: (5)

“… que te conozcan a ti…”

“Pero había algunos de ellos, hombres de Chipre y de Cirene, los cuales al llegar a Antioquía, hablaban también a los griegos, predicando al Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número que creyó se convirtió al Señor” Hch 11:21-22

Vivimos en Colombia, un país de tradición cristiana, aún hoy, el grueso de su población manifiesta ser católico y de otras expresiones del cristianismo, además, hacemos parte de un continente que históricamente ha manifestado ser abierto a creer; pero ¿Jesús espera algo más que creer? Y aún más ¿Qué significa creer?

En el estudio anterior a la serie de reflexiones que estamos viendo en al marco del mes de la Biblia: “… que te conozcan a ti…” vimos como unos hombres de Chipre y de Cirene, cuando llegaron a Antioquía, hablaron de manera natural del Señor Jesús, de lo cual el versículo 21 del capítulo 11 nos dice que la mano del Señor estaba con ellos, y que gran número que creyó se convirtió al Señor.

Es frente a este último versículo que surgen las preguntas que planteamos al principio de esta reflexión, pero antes de acercarnos a sus respuestas es necesario preguntarnos qué fue lo que dijeron para que gran número creyera y se convirtiera.

Lo que nos dice el versículo es que hablaban predicando del Señor Jesús. De esto podemos ver que lo que hacían al hablar era predicar y que el contenido de su predicación era el Señor Jesús. De acuerdo con lo anterior, el contexto del libro de los hechos nos dice porque ese era su contenido:

Después del discurso de Pedro, en el capítulo 2:42 dice que las personas que se añadieron a la iglesia perseveraban en la doctrina de los apóstoles, ahora bien, podemos ver que lo que los apóstoles hacían era obedecer el mandato de la gran comisión que les hizo el Señor:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” Mt 28:19-20. Ellos predicaban de Jesús porque eso fue lo que el Señor les mandó…

… aunque parezca que esto es algo que ya sabemos, debemos detenernos y observar que les mando a enseñar todo lo que les había mandado. ¿Qué les mando?

Al ver el evangelio de Marcos, en el capítulo uno y versículo quince, se nos dice lo que mandó el Señor cuando predicó: “diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” en lo que pidió podemos encontrar las respuestas a nuestras dos preguntas: ¿Jesús espera algo más que creer? Y aún más ¿qué significa creer?

El Señor se acercó a los seres humanos con dos peticiones: Que se arrepintieran y creyeran en el evangelio. El arrepentimiento que Jesús les pidió tiene la figura del cambio que experimenta la oruga cuando se convierte en mariposa, es dejar las antiguas creencias como lo dice Hch 11:21 en la versión Dios habla Hoy…

… Y como propuesta de contenido para la vida les pide una segunda cosa: Creer en el evangelio, el cual eran las buenas noticias de salvación que por amor él traía a todos los seres humanos.

Por esto es que los que creyeron en la predicación de estos hombres de Chipre y de Cirene además de creer se convirtieron al Señor.

Dios espera algo más que creer, quiere que nos arrepintamos, es decir, que dejemos nuestras antiguas creencias que son contrarias a quien es Dios y como consecuencia de ello lo que espera de nosotros en cuanto a nuestra manera de ver y vivir la vida.

Pero además, espera que sepamos bien en que debemos creer: en el evangelio, que lo comprendamos: Que es su encarnación, vida, muerte, resurrección, ascensión, todo lo que nos mandó y su segunda venida.

Esto es lo que implica conocerle; conocer a Dios y a Jesucristo a quien ha enviado a darnos vida: Él nos pide que nos arrepintamos, que dejemos nuestras antiguas creencias que nos separan de él y que le confiemos nuestra vida por completo, descansando en las buenas noticias que nos vino a dar.