Estudio Biblico
LA DISCIPLINA DE DIOS COMO PRUEBA DE SU AMOR.
Por: Ramón Alberto Mejía Yepes
Hebreos 12: 5 – 6. Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos les dirige: hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda, 6 porque el Señor disciplina a los que ama y azota a todo el que recibe como hijo. NVI.
Quien practica algún deporte no puede de ninguna manera prescindir de la disciplina. Esto como requisito para alcanzar el máximo grado de rendimiento durante la competencia. Hay, sin embargo, y esto sucede con frecuencia, que tanto hombres como mujeres son esclavos de su propio cuerpo convirtiéndolo en cárcel de su vanidad, pues quieren alcanzar unas medidas especiales en su tórax, en su abdomen y en sus glúteos, considerando que eso les dará cierto estatus social y serán mayormente aceptados.
Su valoración, entonces, depende de agentes externos. Una chica diría: ¡tienes el súper cuerpo! O el varón pensaría para sí: ¡tengo el estado atlético ideal! Pero, ¿es eso lo que realmente da sentido e identidad a nuestra vida? ¿No será algo mucho más profundo que tiene que ver con nuestra espiritualidad, es decir, con nuestra santidad y con la vida futura que nos espera, que puede ser gloriosa y bienaventurada o fatal por no anhelar mejor que en nosotros se forme el carácter de Cristo?
El apóstol Pablo dice en 1 de Timoteo 4: 8: NVI “pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo ya que incluye una promesa, no sólo para la vida presente, sino también para la vida venidera”.
Y, ciertamente en su Palabra nos dice que seamos santos como Él es santo, 1 Pedro 1:16-19 ya que sin santidad, nos recuerda, nadie vera a Dios. Hebreos 12:14 Es pues, desde su entrañable amor, santo y perfecto, que nos llama a la santidad. Esto no significa que llegaremos a poseer sus atributos, mas sí, desde nuestra perspectiva de hijos reconciliados por medio de su sangre, ser imitadores de Cristo, siendo obedientes a su Palabra.
La palabra disciplina, es derivada del latín: discípulus, que significa el que es enseñado por otro, palabra que a la vez se asocia con autoridad. Es decir, una persona ordena, y la otra obedece. En la antigüedad la palabra disciplina se usaba para definir el acto de ser discipulado por un filósofo o maestro, generalmente religioso.
El autor de esta epístola, tratándonos, no como a extraños, sino como a hijos, nos da unos consejos claves para ser verdaderos hijos de Dios, mediante la disciplina:
1. No tomar a la ligera la disciplina del Señor. Podemos darle un pobrísimo sentido, subvalorarla y perder la perspectiva de hijos de Dios, siendo descuidados olvidando de dónde él nos rescató, y queriendo vivir la vida como mejor nos parezca.
De forma poderosa, Jesús nos dio ejemplo de humildad, obediencia y sometimiento, menospreciando la humillación de morir en una cruz, dejando a un lado lo que habría de padecer y poniendo su mirada en Dios; lo cual le dio el más grande honor y privilegio cual es el de haber sido exaltado a lo sumo, recibiendo un nombre que es sobre todo nombre y sentándolo a su derecha... Filipenses 2: 8-9… NVI
Nosotros, como resultado de someternos a su disciplina, obtendremos justicia y paz, esos frutos que nos hacen testificar de Cristo, es decir, de en quien hemos puesto nuestra fe y quién es el Señor, Dueño y Amo de nuestras vidas, y esto no solo para el aquí y el ahora, sino para la eternidad cuando le veamos cara a cara. Porque como dice en el Evangelio según San Juan 17: 3: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado”. NVI
¿No es este un galardón mayor que el obtenido en un deporte físico cuya gloria es efímera?
2. No desanimarse cuando nos reprenda, pues la disciplina es una clara demostración del entrañable amor con que él nos ama desde el principio. “Porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo”. Hebreos 12: 6. NVI
3. Soportar la disciplina, así Dios nos tratará como a hijos. Hebreos 2: 7
Luego, un poco más adelante, para hacérnoslo entender mejor, el autor compara la disciplina que con respeto recibimos de nuestros padres para nuestro bien y felicidad en esta tierra, con la que recibimos del Señor, y que nos incomoda, por ir en contravía de nuestros gustos, vanidades y deseos, pero que tiene como impronta nuestra santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Hebreos 12: 14. NVI
Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que disciplina es igual a amor. Solo un padre que aborrece a su hijo, menosprecia la disciplina y lo deja irresponsablemente abandonado a su suerte. Mas nuestro Padre celestial siempre quiere formar en nosotros el carácter perfecto de su Hijo, y por eso nos disciplina.
APLICACIÓN AL TEXTO
Como aplicaciones al texto preguntémonos:
- ¿Nos estamos dejando disciplinar por Dios obedeciendo su Palabra, o seguimos nuestro propio consejo imponiéndonos disciplinas que se salen de la esfera espiritual trazada por Él, solo por vanidad, para vernos mejor exteriormente?
- ¿Cuidas adecuadamente de tu cuerpo teniendo en cuenta, como dicen Las Escrituras, que es el templo del Espíritu Santo? 1 corintios 6:19-20 NVI
- ¿Procuras acercarte al conocimiento de los atributos de Dios, discipulándote y congregándote con frecuencia como él nos manda que lo hagamos? Hebreos 10:25
- ¿Cuáles son tus prioridades con relación al cuidado personal, es decir, como tratas tu cuerpo? Jesús, queridos hermanos, en el primero y gran mandamiento no excluye el amor a sí mismos…”amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Lo que él aborrece, es el pecado de la egolatría. Esto es, que convirtamos nuestro cuerpo en ídolo, concediéndole más valor aún que a Dios mismo quien es nuestro real artífice. Salmo 139: 15 NVI
- ¿Nuestra actitud es de hijos legítimos, reconciliados con Dios, o solo buscamos nuestro propio bien y exaltación, despreciando la disciplina del Señor como expresión de su amor?
EN RESUMEN
Una vida sin disciplina es una vida vacía y caótica. Es como río sin cauce, que nadie sabe hacia dónde se dirige y causa muchos estragos. En cambio, quien ha recibido la disciplina con amor y gratitud, y ha dejado a un lado el orgullo y la autosuficiencia;
sabe que, aunque haya tempestades y las corrientes se desborden, cuando estas se calmen, tomará nuevamente su curso, porque no depende de circunstancias externas, sino que confía en que, inexorablemente, con el poder del Espíritu Santo, desembocará en el puerto feliz de una eternidad venturosa en Cristo.
Por eso decimos, queridos hermanos, que hay una sola manera de ser verdaderos discípulos: dejarnos moldear por él. Poner nuestros ojos en Cristo, autor y consumador de la fe… Hebreos 12: 2 NVI, y no apartarlos nunca de Él.
Oremos
¡Haznos dóciles, Señor, que nuestro barro se humille! Tú eres nuestro alfarero, ayúdanos a ser humildes, Siguiendo tu santo ejemplo, cuando al Padre obedeciste. Amén.
12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
12:3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
12:4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.
12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
12:8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
12:9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
12:10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
12:11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.