1 Pedro 1:2
Como resultado, ustedes lo obedecieron y fueron limpiados por la sangre de Jesucristo. Que Dios les conceda cada vez más gracia y paz.
Justo en el versículo anterior el apóstol Pedro, les recuerda a los creyentes que fueron elegidos por Dios, directamente, y no por un ser humano, esto con el fin de fortalecerlos y animarlos en su aflicción, ya que permanentemente sufrían todo tipo de acosos, y hostilidades por parte de romanos y griegos, en el vecindario, en sus lugares de trabajo, en las reuniones sociales y familiares ¿ te suena conocido ese panorama? Lo cierto es que en la actualidad hay muchos países donde ser cristiano, evangélico, protestante es legalmente aceptado, pero el rechazo social es continuo, aunque también aun existen lugares similares a los mencionados en esta carta ( Asia menor) donde seguir a Jesucristo, no es ni legal ni mucho menos socialmente aceptado, es un crimen y se castiga de varias maneras, con torturas aprobadas por las leyes humanas, o con persecuciones de todo tipo por parte de la ciudadanía aledaña.
Vivir así no es fácil pero en Dios es posible, requiere de ejercicio y continuidad, se hace indispensable su gracia y su paz.
Thayer comenta muy bien que la gracia se refiere a «la bondad misericordiosa en virtud de la cual Dios, ejerciendo su santa influencia en las almas, las vuelve a Cristo, y les guarda, les fortalece y les aumenta la fe cristiana, el conocimiento, el afecto, incitándoles al ejercicio de las virtudes cristianas». 1
Cuando esa gracia que fue revelada en Cristo la recibe el creyente, entonces gobierna la vida espiritual amontonando favor sobre favor. Equipa, fortalece y controla todas las fases de su vida (2 Co. 8:6; Col. 4:6; 2 Ts. 2:16; 2 Ti. 2:1). Consecuentemente, el cristiano da gracias a Dios por las riquezas de la gracia de su don inefable (2 Co. 9:15). A lo largo del Nuevo Testamento, por lo tanto, el pensamiento predominante es la gracia de Dios en Cristo que nos redime, nos gobierna y nos da el consuelo eterno y la buena esperanza.
Por otro lado, La «paz de Dios» tiene que ver con las circunstancias de la vida, con las dificultades y las pruebas, y es el resultado de presentar nuestras peticiones ante Él.
La ansiedad es algo que debilita el brillo de muchas vidas cristianas. El creyente tiene la paz con Dios respecto a sus pecados, pero para poder pasar por este mundo de pruebas y dolor, tiene que cultivar el hábito de presentar todo a Dios en oración.
El resultado será que su corazón y su mente serán guardados en paz. La propia paz de Dios, que sobrepasa a todo entendimiento, reinará en él. Entonces aceptará cada circunstancia como ordenada por Aquel que hace que todo coopere para nuestro bien, y en lugar de angustiarnos y de murmurar, gozará de una serena confianza y paz. 2
Las pruebas y las aflicciones de la vida son comunes a todos—las padecen tanto los inconversos como los hijos de Dios, aunque solo los últimos tienen la «paz de Dios» para guardar sus corazones en medio de todo ello.
Pero hay ciertas cosas con las que solo los cristianos tienen que enfrentarse, como la persecución por causa de Cristo y el padecer pérdida por fidelidad a Él. Estas cosas, el resultado del rechazo contra Cristo aquí y de Su ausencia, fueron previstas por Él, y Él advirtió «a los Suyos», a los que dejaba atrás, de que debían esperar sufrir oposición, injurias, persecuciones y calumnias. Pero en medio de todo lo que deberían sufrir por causa de Su nombre, gustarían de la dulzura de la paz celestial, Su propia paz. Si la tierra iba a ser un lugar de rechazo y dolor para ellos, se les iba a preparar un lugar en las «muchas moradas» arriba. Si les iba a dejar un legado de sufrimiento, esto iría acompañado de un precioso legado de paz. Se trata de una paz que el mundo nunca podrá dar, de una paz que el mundo nunca podrá arrebatar.
Herramientas como la oración y el estudio de las escrituras, deben ser ejercitados diariamente con deleite y como prioridad, Jesucristo es la gracia en persona, por Él y para Él vivimos, solo Él puede equiparnos con su gracia y su paz, para representarlo bien en nuestro corto paso por la tierra, y en su Espíritu ser santificados para obedecerle con rectitud de corazón, vaciarnos diariamente de nosotros mismos, menos de mi, mas de Él, para accionar y reaccionar como hijos de Dios.
Recuerda al orar antes de pedir salud y el pan de cada día, pedir una porción extra de gracia y paz.
Alcanzada por su gracia
Sharon Sáenz.
1.J. T. Thayer, A Greek English Lexicon of the New Testament (NuevaYork: American Book Company, 1889), p. 666. https://www.portavoz.com/libros/pdfs/9780825405143.pdf
2. Doce Diálogos Bíblicos - Harold P. Barker y otros. Traducción del inglés: Santiago Escuain . http://www.seminarioabierto.com/evangelismo29.htm