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7 lecciones que aprendí cuando murió mi mascota - Salmos 50:10-11

Estudio Biblico




No crecí con mascotas en casa y por eso la respuesta fue clara cuando nuestras hijas nos preguntaron a mi esposo y a mí si podíamos tener un conejito. Una mascota no encajaba con nuestro estilo de vida porque somos misioneros y estamos obligados a viajar con frecuencia para visitar a iglesias y familias que nos apoyan. Sin embargo, nuestras niñas comenzaron a orar llenas de fe por una mascota y el Señor contestó su petición.

El amor que compartieron con esta hermosa y pequeña bolita de pelos fue más allá de lo que esperaba. No era raro escucharlas decir: «Dumbledore es mi mejor amigo», mientras este bañaba la cara de nuestras hijas con lametones y besos. Para nuestra sorpresa, mi esposo y yo también fuimos cautivados por este pequeño conejo que logró abrirse camino en nuestros corazones.

Una mañana, Dumbledore se despertó letárgico y quieto. Mi esposo le prestó mucha atención mientras nuestras niñas se preparaban para la escuela. Pero poco después de que Dan regresara de dejarlas en la escuela, el cuerpecito de Dumbledore de repente comenzó a tener espasmos y, a pesar de todos nuestros esfuerzos, murió en nuestros brazos.

Después de llorar juntos y recuperarnos del susto, decidimos recoger a nuestras niñas del colegio para que se despidieran de su amado amigo antes de llevarlo a la cremación. Quisiera compartir contigo siete lecciones que el Señor nos está enseñando como familia a medida que procesamos esta pérdida:

1) Todas las criaturas son criaturas de Dios
El Señor nos enseña este principio: «Porque Mío es todo animal del bosque,Y el ganado sobre mil colinas. Conozco a todas las aves de los montes, Y Mío es todo lo que en el campo se mueve» (Sal 50:10-11).

Si bien esta verdad puede parecer evidente, a menudo la olvidamos. Especialmente si nos enfocamos en los seres humanos y excluimos al resto de la creación. Sin embargo, la Biblia pinta el cuadro de un Creador que se deleita en producir una variedad de criaturas que forman grupos para llenar el mar, criaturas voladoras que llenan el cielo, ganado y criaturas que se arrastran para llenar la tierra (Gn 1).

Una vez más, vemos Su cuidado por el reino animal cuando lo preserva del diluvio junto con los seres humanos (Gn 7). También lo vemos en Nínive, cuando el reacio profeta Jonás lamenta que Dios haya perdonado a la ciudad y el Señor le responde con estas palabras: «¿y no he de apiadarme Yo de Nínive, la gran ciudad, en la que hay más de 120,000 personas que no saben distinguir entre su derecha y su izquierda, y también muchos animales?» (Jon 4:11).


A lo largo de las Escrituras, vemos cómo ella presenta testimonio de la preocupación de Dios por los animales: «El justo se preocupa de la vida de su ganado, pero las entrañas de los impíos son crueles» (Pr 12:10). Si bien nunca debemos hacer de las criaturas ídolos ante los cuales inclinarnos (Ro 1:25), encontramos en la Biblia muchas razones para proteger y preservar a los animales que el Señor puso bajo nuestro cuidado.

2) Amar viene con un precio
¿Es posible amar sin ser lastimado? En este caso, ¿es posible amar sin experimentar pérdidas? Las pérdidas pueden presentarse de muchas formas, ya sea al tener que despedirnos de amigos queridos debido a una mudanza o al tener que soportar el dolor de una ruptura romántica. Le pregunté a mi hija mayor: «¿Desearías nunca haber amado a Dumbledore para no tener que experimentar este dolor?» Ella inmediatamente respondió: «No. Él valió la pena aunque doliera». Ella ha entendido bien el dicho: «Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado».

3) La muerte es inevitable
¿No nos encantaría proteger a nuestros hijos de la amargura y el dolor de la muerte? Sin embargo, incluso si hacemos todo lo posible para protegerlos de tal dolor, la muerte es una parte inevitable de la vida (1 Co 15:22).

Estuve protegida de la muerte hasta que fui adulta, en parte porque nunca conocí a ninguno de mis abuelos excepto a uno (y solo brevemente cuando era una niña pequeña), y también porque nunca experimenté la pérdida de una mascota. Mis hijas perdieron a un amado abuelo (mi padre) hace tres años y ahora han perdido a un querido conejo. Aunque no queremos ser demasiado tétricos, no debemos perder la oportunidad para recordarles que un día todos moriremos.

Entonces, aunque desearía que nunca hubieran tenido que experimentar tal dolor, lo positivo ha sido que lo entienden y también han comprendido la inevitabilidad de la muerte de una manera que yo desearía haber entendido a su edad. Esto ha producido en ellas una ternura y compasión que es hermosa.

4) No siempre tenemos la respuesta a preguntas difíciles
Nuestra hija menor preguntó: «¿Dumbledore está en el cielo o en el infierno?». La consolamos con el conocimiento de que su conejito no estaba en el infierno, ya que no era culpable de pecado. Los animales están sujetos a los efectos de la caída (incluyendo la muerte) pero ellos mismos no se rebelaron contra Dios (Ro 5:12) y, un día, Dios promete restaurar a toda la creación, no solo a la humanidad (8:21-22).

Aún así, tampoco podíamos asegurarle que él estaba en el cielo. Por supuesto, sabemos que solo los seres humanos, creados a la imagen de Dios, tienen almas que nunca pueden dejar de existir (Gn 1:27). Sin embargo, las Escrituras nos dan vislumbres del reino eterno de Dios y la humanidad y los animales viven en perfecta armonía en estas visiones de gloria (Is 11:6, 65:25).

Dado que sabemos que los animales estarán presentes en el cielo, ¿es posible que esto incluya mascotas que Dios podría crear de nuevo para Su gloria y nuestro placer? No lo sé, pero es posible. La Biblia simplemente no responde estas preguntas. Hemos tenido que ayudar a nuestras hijas a comprender que solo recibiremos respuestas a estas y muchas otras interrogantes similares cuando estemos en la eternidad con el Señor.

5) Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones
¿Alguna vez te has preguntado por qué el espíritu humano anhela la inmortalidad? ¿Por qué existen mitos de la búsqueda de la «fuente de la eterna juventud», que llevó a tantos exploradores a buscar este lugar mítico en el Nuevo Mundo? La Biblia nos dice que Dios «ha puesto eternidad en el corazón del hombre» (Ec 3:11).

Anhelamos algo más allá de esta vida porque vivimos en un mundo caído y quebrantado. Cuando nuestras niñas sienten el peso de este quebrantamiento, les recordamos que para aquellos que ponen su confianza en Cristo les espera una vida libre de penas y lágrimas. Sus cargas y dolores presentes son momentáneos y ligeros a la luz de la grandeza de la eternidad (2 Co 4:16-18).

6) El dolor no se mide en balanza
¿Son menos reales las lágrimas desconsoladas de un niño ante la pérdida de una mascota que las mías por la pérdida de un ser querido? Mientras vemos al mundo que nos rodea gimiendo, por ejemplo, bajo el peso colectivo de esta pandemia, sería fácil minimizar el dolor de nuestra hija comparándolo con la pérdida de vidas humanas relacionadas con el COVID. Sin embargo, aunque les recordamos que la eternidad está en juego para los hombres y mujeres que mueren a nuestro alrededor, no nos atrevemos a minimizar su dolor porque este es real y queremos sostener sus corazones mientras atraviesan su pena.

7) Dios es soberano
¿Cae un gorrión a tierra sin que nuestro Padre Celestial lo sepa? (Mt 10:29) De la misma manera, nuestro Dios estuvo presente cuando Dumbledore exhaló su último aliento. Si bien es posible que nuestras niñas no entiendan por qué les fue quitado su conejito tan repentinamente, también es posible que puedan encontrar consuelo al saber que el Señor es bueno, sabio, capaz y que Él tiene el control.

Mi esposo y yo no tenemos respuestas fáciles para las preguntas difíciles que hemos respondido en los últimos días, pero damos gracias al Señor por la oportunidad de guiar a nuestras niñas a través de este valle oscuro. Estoy tan agradecida de que sus oraciones han demostrado su propio crecimiento a medida que nuestras hijas han procesado esta pérdida. Han pasado de preguntar «¿Por qué Dios nos quitó a nuestro conejito?», a orar: «Gracias Padre por el tiempo que nos diste con Dumbledore».

Que el Señor nos dé toda sabiduría para ayudar a nuestros hijos a enfrentar la muerte con fe, encomendando sus corazones al Buen Pastor que camina con nosotros por todo el valle de sombra de muerte (Sal 23:4).



ANGIE VELÁSQUEZ THORNTON







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PASAJE BIBLICO

Salmos 50
50:10 Porque mía es toda bestia del bosque,Y los millares de animales en los collados.

50:11 Conozco a todas las aves de los montes,Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.

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