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¿Qué significa que Dios aborreció a Esaú? - Malaquias 1:1-5

Estudio Biblico



Leamos uno de los pasajes donde se menciona que Dios aborreció a Esaú:

Oráculo de la palabra del SEÑOR a Israel por medio de Malaquías. «Yo los he amado», dice el SEÑOR. Pero ustedes dicen: «¿En qué nos has amado?». «¿No era Esaú hermano de Jacob?», declara el SEÑOR. «Sin embargo, Yo amé a Jacob, y aborrecí a Esaú, e hice de sus montes desolación, y di su heredad a los chacales del desierto». Aunque Edom dice: «Hemos sido destruidos, pero volveremos y edificaremos las ruinas», el Señor de los ejércitos dice así: «Ellos edificarán, pero Yo destruiré. Y los llamarán territorio impío y pueblo contra quien el SEÑOR está indignado para siempre». Sus ojos lo verán, y ustedes dirán: «Sea engrandecido el SEÑOR más allá de la frontera de Israel» (Mal 1:1-5; énfasis añadido).

Autoría divina
El primer verso del libro hace más que dar información sobre su autor humano. Cada palabra apoya el origen divino y la autoridad de todo el mensaje. La palabra traducida como «oráculo» con frecuencia encabeza pasajes proféticos (p. ej., Is 13:1; 15:1; 17:1) y significa literalmente «carga» (Nm 4:47; 11:11), que transmite un sentido de urgencia. Esta carga se define además como una palabra del Señor pronunciada por un mensajero humano (cp. 2 P 1:21). Esta palabra es la proclamación poderosa del Rey, eficaz en la historia para moldear todos los acontecimientos según Su voluntad (Is 55:11; Jr 1:9-10; 23:29). Esta palabra está dirigida a Israel, aunque en los días de Malaquías solo quedaba la comunidad de la tribu de Judá. La comunidad postexílica es heredera de todas las promesas de Dios a Israel.

La primera palabra que Dios pronuncia por medio de Malaquías no expone el pecado de Israel, a diferencia de otros profetas (p. ej., Is 1:2-3; Jr 2:1-3; Ez 2:3-4), sino que declara Su amor (hb. ʼahab) por ellos. Esta palabra expresa tanto afecto profundo como lealtad en todo tipo de relación humana (matrimonio, Gn 24:67; padres e hijos, Gn 25:28; amigos íntimos, 1 S 20:17). También trae el recuerdo de las antiguas promesas de amor del Señor a Israel en el Pentateuco; Dios amó a las primeras generaciones de israelitas y las eligió, mostrando Su amor al bendecirlas y multiplicarlas (Dt 4:37; 7:13). Este amor es soberano e incondicional, existiendo sin ninguna razón más allá del carácter amoroso y fiel de Dios. La forma perfecta del verbo expresa el amor de Dios como un acto total, completo. Dios comienza este libro de disputas declarando Su amor inmutable y duradero por Su pueblo.

El pueblo preguntó: «¿En qué [cómo] nos has amado?». La palabra traducida «cómo» en algunas versiones (NVI) y «en qué» en otras (RV60; NBLA), a veces se refiere a la evidencia externa de que alguna acción ha ocurrido o habrá ocurrido (p. ej., Gn 15:8; Éx 33:16). La audiencia de Malaquías no ve evidencia visible del amor del Señor por ellos. Se sienten totalmente desprovistos de amor y, como veremos, este sentimiento no carecía totalmente de justificación. Pero Malaquías expone sus sospechas más oscuras sobre Dios para subvertir esas dudas.

Amor inmerecido e inmutable
Malaquías desafía la afirmación de la gente de no ser amados, al regresarlos al comienzo de su historia. Aunque la historia de Jacob y Esaú es compleja (Gn 25 – 36), y Esaú parece espiritualmente insensible en varias ocasiones (25:29-34; 26:34-35; 28:6-9), Génesis muestra que el favor de Dios recae sobre Jacob desde antes de que nacieran (25:23; cp. Ro 9:10-13). Aunque su condición inicial fuera la misma, aunque las partes en cuestión fueran iguales (hermanos), el Señor puso Su amor en Jacob, no en Esaú, sin razón intrínseca en ellos mismos. Debido a que este amor fue inmerecido, es inmutable. Dios ha amado a Israel, desde antes del nacimiento de sus antepasados. La forma imperfecta del verbo hebreo que termina en Malaquías 1:2 implica el continuo amor de Dios por Jacob, mientras que el verbo hebreo en tiempo perfecto que comienza en el versículo 3 muestra Su oposición firme e inmutable a Esaú.

Así como el amor de Dios implica tanto afecto como lealtad, el odio en el Antiguo Testamento (AT) implica odio y repugnancia, así como rechazo y oposición (Sal 119:163; Ec 2:18; Sal 26:5; Is 66:5; una esposa menos amada es «aborrecida», Dt 21:15).

Puede que el pueblo de Israel (que representa a Jacob) no vea ninguna evidencia del amor del Señor, pero ya había abundante evidencia de Su odio hacia Edom (que representa a Esaú), cuando Dios desoló su región montañosa. En el AT, las montañas son a menudo un símbolo de fertilidad, fuerza y estabilidad (Dt 33:15; Sal 50:10; 72:3; 46:2; Is 54:10). Sin embargo, esta solidez y el aspecto impresionante de Edom se secó, de modo que nada podía crecer. Además, Edom es desheredada; su herencia se entrega a los carroñeros (cp. Dt 32:8-9). La imagen de animales impuros que viven en una ciudad o tierra que alguna vez estuvo habitada, se encuentra en otros lugares como resultado del juicio de Dios (Sal 44:19; Is 13:22; 34:13; Jr 9:11; 10:22; 49:33). Esta imagen habría tenido connotaciones siniestras para los antiguos israelitas, como si Edom hubiera sido entregado a un poder espiritual oscuro.

Puede parecer extraño o incluso ofensivo que Dios demuestre Su amor por una nación mediante la destrucción generalizada de otra nación. Pero el cautiverio babilónico fue una violación tan traumática y horrible del pueblo de Dios que el gozo que sintió Edom por la destrucción de Israel cuando gritó «Arrásenla, arrásenla hasta sus cimientos» (Sal 137:7) y su explotación de la vulnerabilidad de Israel para su propio beneficio (Ez 35:15; Ab v. 10) hacen eco en las páginas de los profetas del AT como profundamente perversas. (Es más o menos equivalente a celebrar la violación de un miembro de la familia). El juicio de Dios sobre Edom no se habría percibido como excesivo.

Al tratar de convencer a Su pueblo de Su amor permanente por ellos, el Señor sofoca una posible objeción. Mientras que la economía de los judíos estaba deprimida en los días de Malaquías, la fortuna de Edom parecía estar en aumento («reconstruiremos»): esperaba recuperarse como nación. El Señor no considera su capacidad para reconstruir como una ilusión, sino que actúa en Su odio por Edom al destruir cualquier progreso que hagan. Que Edom será llamado «el país inicuo» significa que Dios los sellará en su pecado de una manera tan pública y obvia que nadie se preguntará por qué Dios juzgó a este pueblo.

El efecto del pecado
El destino espiritual de Edom se describe en dos frases: «país inicuo» (lit. «frontera inicua») y «pueblo contra el cual el Señor está enojado para siempre». Estas dos frases describen tanto territorio como pueblo, causa y efecto en el juicio eterno de Dios. La palabra para ira es paralela a «maldición» en Números 23:7 y con la «ira ardiente» de Dios en Salmo 69:24 y Zacarías 1:12. Edom yace para siempre bajo la ira justa y apasionada de Dios a causa de su pecado.

El versículo final del pasaje concluye la descripción de Dios ejerciendo Su odio hacia Edom volviendo a la forma en que obra Su amor por Israel. Uno podría haber esperado que Dios le asegurara a Israel que (en contraste con Edom) sería edificado y prosperaría, o que nunca más se aprovecharían de él. En cambio, el pueblo de Dios está atrapado en la exaltación propia de Dios más allá de sus propias fronteras.

Este breve versículo es engañosamente simple y muy significativo. El hecho de que Israel «verá», revierte su escepticismo anterior sobre el amor de Dios, cuando afirmaban no haber visto evidencia de ese amor (v. 2b). Ahora hablarán de otra manera, visiblemente convencidos. Pero su discurso se refiere enteramente a Dios y Su gloria, no a ellos mismos.

La grandeza de Dios a menudo se ve en Su intervención a favor de Israel o a favor de individuos dentro de Israel (Sal 92:5; 126:2-3; 35:17; 40:17; 86:11). Hablar de la grandeza de Dios involucra hablar también de Su gloria y exaltación (cp. Is 42:21; Sal. 99:2). En esta breve frase, Malaquías capta el futuro asombro de Israel ante la gloria visible del Señor mientras obra justicia en la tierra.

Las implicaciones mundiales de esta exaltación no deben pasarse por alto: la grandeza de Dios se conocerá «más allá» (lit. «encima») de las fronteras de Israel. La grandeza del Señor se centra dentro de las fronteras de Su pueblo del pacto, pero no se limita a ese lugar. Así es como Dios ejecuta Su amor por Su pueblo profundamente desanimado y agraviado: obra justicia en la tierra, para Su gran gloria.




 ERIC ORTLUND





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PASAJE BIBLICO

Malaquias 1
1:1 Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías.

1:2 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob,

1:3 y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.

1:4 Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre.

1:5 Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel.

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