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¿Es María la madre de Dios? - Lucas 1:23-43

Estudio Biblico


CARLOS ASTORGA

El término «madre de Dios» (gr. theotokos) se incluyó inicialmente en el Concilio de Éfeso (431 d. C.), y se ratificó en la Definición de Calcedonia (451 d. C.) en medio de múltiples controversias teológicas. Al día de hoy, el término todavía genera controversias para muchos cristianos en distintos lugares del mundo.

Permíteme señalar dos observaciones respecto a este asunto. Primero, cuál era el propósito de los padres de la iglesia al usar el término theotokos en la Definición de Calcedonia. Segundo, si el término fue aceptado universalmente y sin controversia.

1) El propósito de theotokos en la Definición de Calcedonia
Para abordar este asunto, debemos entender que el contexto gramático-histórico-literal de la Definición de Calcedonia delimita la intención de los autores al usar el término theotokos.

El texto de Calcedonia explica al hablar de Jesús: «por nosotros y nuestra salvación, nacido de la Virgen María, la madre de Dios (theotokos), según su humanidad». Las frases alrededor de «theotokos» literalmente establecen los límites y matices teológicos y bíblicos que se exigen al leer el término.

En su clásico, The Creeds of Christendom [Los credos de la cristiandad], Philip Schaff esclarece el contexto histórico del término.1 Sus aclaraciones son importantes:

«Según su humanidad» establece «una limitación muy importante y necesaria para evitar la mariolatría y la noción pagana, blasfema y contradictoria de que el Dios increado y eterno puede nacer en el tiempo». Esta «blasfemia» es la que Nestorio parece leer en el uso del término. Pero Schaff aclara que el significado de theotokos en la Definición de Calcedonia es otro.
«María fue la madre no solo de la naturaleza humana de Jesús de Nazaret, sino de la persona teantrópica de Jesucristo; pero no de Su divinidad eterna (el λὁγος ἅσαρκος), sino de Su persona encarnada, o el Logos unido a la humanidad (el λόγος ἔνσαρκος)».
En este sentido, la Declaración Ligonier sobre cristología es útil por sus «afirmaciones y negaciones» que delimitan el significado de las diferentes frases de la declaración. El Artículo 8 clarifica la frase «Madre de Dios» confirmando el análisis de Schaff y declarando que «a ella se le llama correctamente madre de Dios (theotokos) en el sentido de que el niño que ella dio a luz es el Hijo de Dios encarnado».
En cierto sentido, el término theotokos o la frase «madre de Dios» en aislamiento y fuera de contexto, es similar a escuchar unos segundos de una obra maestra —como el «Hallelujah» de Handel— sin el majestuoso contexto de toda la pieza. Sin contexto, lo magnífico aparenta ser una cacofonía de ruido estridente.
2) ¿Fue el término theotokos aceptado sin controversia?
No. El término siempre ha estado sujeto a controversias recurrentes y estas siempre giran sobre los mismos puntos o argumentos: «Dios no tiene madre», «María fue la madre solo de la humanidad de Jesús», entre otros.

¿Por qué surgieron estas controversias? Porque la frase, dado su significado intrínseco, demanda contexto. Tristemente, el término theotokos y la frase «madre de Dios» son propensos a ser leídos y entendidos de manera literal y fuera del contexto inmediato de su uso en la definición. Como dice Schaff: «[theotokos] está dirigido contra Nestorio y no tenía como objetivo original exaltar tanto a la Virgen María, sino afirmar la verdadera divinidad de Cristo y la realidad de la encarnación».

Aunque algunos debaten si Nestorio se oponía al Concilio de Éfeso, es claro en su «Sermón contra el theotokos» que, como mínimo, sí se oponía al uso del término. Él pregunta: «¿Tiene Dios una madre?», la misma interrogante que muchos creyentes a lo largo de los siglos ––e incluso en la actualidad–– se hacen y sobre la cual demandan respuesta.3

Para clarificar el uso de theotokos en el contexto de la Definición de Calcedonia, citaré algunas fuentes. Phillip Schaff concluye su nota afirmando:

No cabe duda, sin embargo, de que los términos no bíblicos theotokos, Dei genitrix, Deipara, mater Dei, que recuerdan a las madres paganas de los dioses, han promovido en gran medida la mariolatría, que ayudó a la derrota de Nestorio en el Concilio de Éfeso, 431. Es más seguro adherirse a la designación neotestamentaria de María como μήτηρ Ἰησοῦ [madre de Jesús] o μήτηρ τοῦ Κυρίου [madre del Señor] (Lc 1:43).

Esto último sería ideal, pero las controversias cristológicas hicieron necesaria la Definición de Calcedonia.

En su libro, Mary Through the Centuries [María a través de los siglos], Jaroslav Pelikan demuestra que en la piedad popular temprana, las descripciones de María como la «segunda Eva» y la «madre de Dios» eran comunes. Él pregunta: «¿Cómo y por qué recibió [María] tal importancia y tan rápido?». Su conclusión es que…

…el  término theotokos era aparentemente una creación original cristiana [no una idea robada del paganismo] que surgió de la devoción cristiana hacia [María] como la madre del divino Salvador y que, eventualmente, recibió su justificación teológica de la clarificación de la iglesia respecto a lo que el testimonio ortodoxo implicaba sobre [Cristo].4

Sin embargo, Pelikan enfatiza que mucha de la controversia tiene que ver con la incapacidad de las traducciones occidentales para describir theotokos con precisión. Él afirma que, en la opinión de muchos, el más problemático de todos los términos inventados para María por el cristianismo oriental, era ciertamente el título theotokos. ¿Por qué? Lo que Pelikan dice es valioso:

El término no significaba simplemente «madre de Dios», como se traduce en los lenguajes occidentales (Mater Dei en latín, y de allí a las lenguas romances, o Mutter Gottes en alemán), sino más precisa y completamente «aquella que dio a luz a aquel que es Dios».5

Theotokos significa «madre de Dios» siempre y cuando al usar el término o la frase queramos decir: «aquella que dio a luz a Aquel que es Dios».

Conclusiones y evidencia bíblica
¿Quién es Jesús? Cuando buscamos responder bíblicamente a la pregunta podemos muy bien partir de la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mt 16:16). La siguiente pregunta es: ¿Cómo o en qué sentido es este hombre, Jesús de Nazaret, «el Hijo del Dios viviente»? La respuesta bíblica está en la «concepción virginal», narrada en el primer capítulo de los evangelios de Mateo y Lucas.

A continuación, algunas de las afirmaciones que encontramos en estos textos:

María concibió del Espíritu Santo (Mt 1:18, 20; Lc 1:31, 35).
El bebé en su vientre sería «Emanuel», «Dios con nosotros» (Mt 1:23), «Hijo de Dios», «Santo ser que nacerá» (Lc 1:35), «Jesús» (Mt 1:21, 25; Lc 1:31).
María es la «madre [del] Señor» (Lc 1:23).
Todas estas afirmaciones se refieren a María y a Jesús durante el embarazo de la virgen. El bebé humano, Jesús, era el Hijo de Dios:

Desde su concepción
En el vientre antes de su nacimiento
Al nacer.
María puede ser theotokos solo en este sentido bíblico específico: «aquella que dio a luz a Aquel que es Dios». Cualquier otro significado es blasfemia y herejía.

Uno de mis profesores del seminario decía con frecuencia que todo buen teólogo debía siempre estar preparado para responder a casi toda pregunta teológica con una sencilla frase inicial: «Sí y no». Su recomendación se aplica en este caso.

¿Es María theotokos, la «madre de Dios»? Sí y no. Sí es la «madre de Dios» si con la frase queremos afirmar —como lo hace la Definición de Calcedonia— que María fue la madre humana del Hijo de Dios encarnado, «aquella que dio a luz a Aquel que es Dios».

Pero no es la «madre de Dios» si al usar esta expresión queremos decir que María es divina, corredentora o inmaculada. Tampoco es bíblico usar esta expresión para afirmar que ella es el origen de la naturaleza divina de Jesucristo o que la segunda persona de la Trinidad tuvo Su origen temporal en el vientre de María. En este sentido, Dios no tiene madre.

Por último, debemos preguntarnos si esta es una controversia teológica inútil. Sí y no. Lo es si nuestro objetivo es solo ganar un argumento, humillar y menospreciar a aquellos que no entienden, no tienen interés en el desarrollo histórico de la doctrina o si provocamos intencional o accidentalmente divisiones entre hermanos (1 Co 8:1).  Si entendemos todos los misterios, pero no tenemos amor, no somos sino «metal que resuena y címbalo que retiñe» (1 Co 13:1). Pero no sería el caso si entendemos con claridad lo que Calcedonia declara con autoridad bíblica: la encarnación del hijo de Dios en la persona de Jesús fue «por nosotros y nuestra salvación».

El apóstol Pablo afirma que Jesús «fue declarado Hijo de Dios con un acto de poder, conforme al Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos» (Ro 1:4). Si Cristo no resucitó, «vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes» (1 Co 15:14). Pero si Él resucitó, Él es el Hijo de Dios encarnado desde Su concepción. La resurrección de Jesús corrobora el testimonio apostólico de la concepción virginal y la verdad salvífica de Jesús como el Hijo de Dios, el Salvador del mundo desde Su concepción.




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PASAJE BIBLICO

Lucas 1
1:23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue a su casa.

1:24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo:

1:25 Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.

1:26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

1:27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

1:28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

1:29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.

1:30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

1:31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

1:32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

1:33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

1:34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.

1:35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

1:36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

1:37 porque nada hay imposible para Dios.

1:38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

1:39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;

1:40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.

1:41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

1:42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

1:43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

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