Pastor Julian Alvarez | Nehemias 4:1-23 | 4 | 5672
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Una tarea al parecer imposible - Nehemias 4:1-23

Estudio Biblico

Dios trabaja por medio de su pueblo para lograr tareas que parecen imposibles. A menudo Dios moldea a ciertas personas con características especiales, experiencias y capacitación que los preparan para cumplir sus propósitos. Y por lo general, las personas no tienen idea de lo que Dios tiene guardado para ellas. Este es el caso de Nehemías. Dios lo preparó para utilizarlo en llevar a cabo una de las tareas "imposibles" de la Biblia: reconstruir la muralla de Jerusalén.

Nehemías era un hombre común que estaba en una posición única. Se encontraba seguro y cómodo como copero del rey persa, Artajerjes. Tenía poco poder, pero mucha influencia. El rey confiaba en él. Además era un hombre de Dios y le preocupaba el destino de Jerusalén.

El pasaje de hoy nos narra el progreso que había tenido la obra de reconstrucción debido a que todo el pueblo había puesto su corazón en realizarla. Vs 6. No se rindieron, ni se dejaron amedrentar ante las amenazas, sino que se armaron de valor y perseveraron en el trabajo.

Nehemías fue un hombre que constantemente combinó oración con planeación y preparación. Ese fue el éxito de su misión. Y de ahí dependió que tareas al parecer imposibles se convirtieran en tareas posibles.

No se te haga extraño que Dios te coloque a hacer tareas que a tú parecer son imposibles, pero debes confiar que si Dios te escogió es porque cree que tienes las capacidades para lograrlo. Además, no estás solo, Dios te dará un pueblo para que te respalde.

Si sientes que Dios te ha llamado para que lleves a cabo una tarea, determínate a iniciarla y a finalizarla, aun cuando tengas que enfrentar oposición y desaliento. Cuando veas las recompensas sabrás que valió la pena el esfuerzo.

Para reflexionar: ¿Qué tareas te ha puesto Dios?, ¿Qué argumentos generalmente tienes cuando decides iniciar la tarea? 

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PASAJE BIBLICO

Nehemias 4
4:1 Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos.

4:2 Y habló delante de sus hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?

4:3 Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará.

4:4 Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su cautiverio.

4:5 No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque se airaron contra los que edificaban.

4:6 Edificamos, pues, el muro, y toda la muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.

4:7 Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho;

4:8 y conspiraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño.

4:9 Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda contra ellos de día y de noche.

4:10 Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el escombro es mucho, y no podemos edificar el muro.

4:11 Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.

4:12 Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros.

4:13 Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos.

4:14 Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.

4:15 Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea.

4:16 Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá.

4:17 Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada.

4:18 Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.

4:19 Y dije a los nobles, y a los oficiales y al resto del pueblo: La obra es grande y extensa, y nosotros estamos apartados en el muro, lejos unos de otros.

4:20 En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros.

4:21 Nosotros, pues, trabajábamos en la obra; y la mitad de ellos tenían lanzas desde la subida del alba hasta que salían las estrellas.

4:22 También dije entonces al pueblo: Cada uno con su criado permanezca dentro de Jerusalén, y de noche sirvan de centinela y de día en la obra.

4:23 Y ni yo ni mis hermanos, ni mis jóvenes, ni la gente de guardia que me seguía, nos quitamos nuestro vestido; cada uno se desnudaba solamente para bañarse.

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