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Predica el reino de Dios en tus sermones - Romanos 11:11-35

Estudio Biblico



JOSUÉ ORTIZ

¿Has tenido la extraordinaria experiencia de comprar algo que no necesitas? En ocasiones, se debe a una fuerza de voluntad débil por nuestra parte. Pero en otros casos, se debe al talento de un buen vendedor. Sus palabras persuasivas te cautivan y sales de la tienda con un producto que no pensaste que necesitabas, y que probablemente no necesites.

De manera similar, si no tenemos cuidado, los predicadores podemos creer que la predicación se trata de ofrecer algo, cuyo aspecto más importante es nuestra capacidad de persuasión. Sí, debemos buscar convencer y llamar a la gente a responder a nuestro mensaje, pues proclamamos el evangelio de Dios y la gente lo necesita. Pero debemos recordar que no es nuestra energía lo que debe cautivar, ni son nuestras palabras las que convencen, sino que es la proclamación fiel del evangelio. Además, el Espíritu Santo hará en los corazones de los oyentes lo que nosotros jamás podremos. 

Por eso es tan importante que nuestras predicaciones giren en torno a la historia que Dios revela en la Biblia. Sí, la Biblia enseña mucho sobre finanzas, matrimonio, hijos, música o incluso eventos futuros. Pero tenemos que renunciar a la idea de que solo predicamos las verdades de Dios sin proclamar al Dios de las verdades que se revela en el evangelio. 

Permíteme desarrollar esto en tres consejos prácticos para tu predicación:

1) Predica una historia
Las Escrituras no son colecciones de historias aisladas. Además, la Biblia no contiene un testamento que ya no «sirve» en la iglesia actual porque ahora tenemos uno «mejor». No, ambos testamentos en la Escritura, en unidad y armonía, nos cuentan una sola historia. 

La Biblia es la historia de quién es Dios y cuál es Su plan de rescate por nosotros. Jesús explicó que la Escritura tiene un tema central: «Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras» (Lc 24:27). A los religiosos de Israel, Jesús les dijo: «Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!» (Jn 5:39).

Jesús no dice que todo versículo habla de Él, pero sí dice que toda la Escritura encuentra su fin en Él. El evangelio es la noticia de que Dios se hizo Rey en Jesús y vino a reclamar lo que es Suyo. Vino a hacer de esta creación, una nueva creación. Vino a reinar sobre Israel y el mundo. La Biblia es la narración progresiva de tan majestuoso acontecimiento.

Por lo tanto, ya sea que estés predicando en Proverbios, Gálatas o Romanos, recuerda que tu texto no está aislado del resto de la Biblia. Ten en mente la narrativa, ten en mente la progresión. Procura que tu sermón refleje un entendimiento correcto de la historia bíblica.

2) Predica de un Rey y Su reino
Si bien es cierto que la Biblia es una sola historia, también es cierto que esa historia tiene un tema central: Dios es Rey. En otras palabras, la Biblia no solo es una historia general, sino la historia del reino de Dios. Vemos esto desde el comienzo de la narrativa bíblica. Él creó el jardín del Edén como la sede de Su reino. El ser humano era el esplendor de la imagen de Dios en la tierra —fuimos hechos a imagen y semejanza de Él (Gn 1:26-27)— pero los ciudadanos se rebelaron contra el Rey y quisieron crear su propio reino.

El ser humano cometió un golpe de estado contra el Rey. Quisimos usurpar Su trono, crear nuestra propia dinastía, ser como Dios (Gn 3:5). Esta es la esencia del pecado. La razón por la que necesitamos el evangelio es que necesitamos, nuevamente, ser injertados al reino de Dios. Por lo tanto, el evangelio siempre va de la mano de la historia del mundo e Israel, de su cautividad y de su futuro, pues tanto nuestro pecado como el sacrificio de Jesús están presentados en la Biblia dentro de un panorama mucho más amplio.

El reinado de Jesús en la tierra no fue un capricho de Dios, sino que fue la culminación de la historia de Israel y del mundo. Así que cuando prediques a tu iglesia, explícales que sus vidas fueron insertadas a la historia de Israel (Ro 11:11-35). El Rey de Israel es también nuestro Rey. El Mesías judío también es el Mesías del mundo. Hazles ver a tus oyentes que Jesús y su reino es el verdadero y único cumplimiento de toda la Biblia. 

3) Predica sobre un pueblo 
Como ciudadanos del reino de Dios, tenemos la responsabilidad de expandir Su reino en la tierra. Nuestras predicaciones tienen que erradicar cualquier idea de que, como cristianos, nos apartamos para siempre de todos los que no conocen al Rey.
Recordamos que «Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo» (Fil 3:20). Por lo tanto, nos esforzamos para que venga el cielo a la tierra. Así nos enseñó Jesús a orar: «Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» (Mt 6:10). No oramos que Dios nos lleve al cielo, sino más bien que el reino venga a la tierra. 

Las vidas de los hijos de Dios son vidas del reino: vidas transformadas, restauradas y redimidas. Somos embajadores de Dios (2 Co 5:20), luminares del mundo y sal en la tierra (Mt 5:13-14). Vivimos en comunidad con otros creyentes y en misión hacia los que aún no lo son. Somos estandartes andantes de la gloria de Dios.

Como el pueblo de Dios, reflejamos Su amor y perdón en nuestras comunidades. Conquistamos para el reino de Dios, pero no lo hacemos con armas humanas, sino espirituales (Ef 6:10-18). Vivimos para nuestro Rey y para otros, no para nosotros mismos. Nuestros matrimonios no son perfectos, ni tampoco nuestras familias, pero el Rey los transforma de una manera que nadie más lo puede hacer.

La historia del Rey Jesús y Su reino es la historia más grandiosa de todos los tiempos. Por lo tanto, no necesitamos modificar el mensaje del evangelio. Nuestra predicación no se vende con «palabras persuasivas de sabiduría» (2 Cor 2:4), sino que se presenta en el Espíritu, con poder y seguridad. El Rey reina y nosotros predicamos al Rey.

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PASAJE BIBLICO

Romanos 11
11:11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.

11:12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?

11:13 Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio,

11:14 por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos.

11:15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?

11:16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

11:17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo,

11:18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.

11:19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.

11:20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme.

11:21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.

11:22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

11:23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar.

11:24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

11:25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;

11:26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad.

11:27 Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.

11:28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.

11:29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

11:30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

11:31 así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

11:32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

11:33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

11:34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

11:35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

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