“Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria” (Proverbios 11:14)
En la crianza de nuestros hijos, los padres no podemos ser la fuente de todas las necesidades. Por eso, uno de los proyectos más audaces y con visión de futuro que constituye el amor para nuestros hijos, es una red sólida de influencias que pueden ayudarlos a guiarlos por un camino seguro en la vida.
Comienza en nuestros hogares, al decidir qué ventanas abrir al mundo y cómo utilizarlas mejor para desarrollar las mentes y los corazones de nuestros hijos. Una herramienta es la de dirigir a nuestros hijos hacia buena literatura y enseñarles a amar la lectura como una buena inversión para toda la vida, que valdrá todo el tiempo y el dinero dedicados.
Nuestras elecciones musicales también pueden consolidar en nuestros hijos el gusto por la verdadera belleza y la adoración. También es bueno que los padres armen una red de oración intercesora para rodear a sus hijos toda la vida. Además necesitan ver en práctica las enseñanzas y los principios de la Biblia en sus hogares.
Tenemos que leerles la Palabra y enseñarles a estudiarla por su cuenta. Necesitan que tengamos cuidado de lo que se considera diversión en la casa. Las buenas películas, los sitios de Internet y las actividades edificantes tienen que reemplazar a las vanas e insensatas. Enséñales a tus hijos a elegir amigos sabios y evitar los necios.
Conoce a los compañeros de tus hijos y sus familias. Invítalos a tu casa. Escucha sus conversaciones, percibe adónde están, y guía las charlas y las actividades en dirección saludable Entrena a tu hijo para que discierna con sabiduría, piense por sí mismo y esté dispuesto a reemplazar los demonios con ángeles.
Un plan de juego como este llegará lejos a la hora de lograr que tu familia no sea vencida por el mal, sino que venza con el bien el mal.