Estudio Biblico
¿Y QUE DECIMOS LOS CRISTIANOS DE LO QUE PASA MÁS ACÁ Y MÁS ALLÁ DE LA FRONTERA?
¿Qué debemos hacer en estos momentos cuando los que manejan el poder, ya sean legales o ilegales, lo usan para atentar contra la dignidad de nuestros prójimos, y ante su responsabilidad de ayudar hacen poco o nada, y más bien se aprovechan de ellos?
Hoy termina el mes de agosto, pero lo que aún no termina son los eventos que nos llegaron con él.
Como bien o mal nos lo han hecho saber los medios de comunicación, el primer mandatario de Venezuela ha tomado una serie de medidas que han vulnerado la dignidad humana de decenas de familias colombianas.
Pero también más acá de la frontera, al interior de nuestro territorio colombiano, diferentes personas y/o grupos siguen cometiendo hechos similares, desplazando de sus territorios a cientos de familias.
Mientras tanto, la mayoría de nosotros (no todos) los cristianos nos hemos quedado inhábiles observando, sin decir ni hacer nada, tan solo recibiendo la información de los medios masivos de comunicación con más credibilidad de la que se merecen. Frente a esto, es necesario re direccionar nuestra atención para escuchar y creer más bien todo lo que nos dice Nuestro Señor Jesucristo.
Frente a la responsabilidad que tenemos de escuchar lo que Dios nos dice en su Palabra, podemos observar dos pasajes que nos dan luz para un momento como este: Mateo capítulo 25:34-40 y mateo capítulo 5:1-16
Mateo 25:34-40, el contexto de este pasaje es el capítulo 24 y el resto del 25, allí el Señor Jesús anuncia su regreso como rey y lo que espera que sus discípulos estén haciendo:
“34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
En este texto el Señor nos deja claro lo que espera: Que nosotros nos movilicemos en obediencia al segundo mandamiento: Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Sin embargo, Mateo 5:1-16 nos amplía las expectativas que nuestro Señor tiene con su iglesia:
“1Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: 3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
No solo nos amplía las expectativas, sino que justamente con el capítulo 25 nos muestra de manera gráfica algunas de las realidades que vivimos en estos días en la frontera y en el interior de Colombia:
Nuestros prójimos hoy tienen hambre, tienen sed, están sin casa, con poca ropa y sucia o ya sin nada, enfermos y quizás muchos de ellos en la cárcel. Además, la situación de muchos de ellos es de llanto, tienen hambre y sed de justicia.
Ante esta terrible situación que no desconoce el Señor en su Palabra pero que muchas veces nosotros sí, el texto nos dice de manera clara lo que debemos hacer:
En ambos textos habla del reino de los cielos; en el primero menciona a los que entraran en él y el segundo dice a quienes le pertenece: La iglesia del Señor y por tanto todos sus discípulos estamos llamados a hacer y decir lo que se nos pide para con sus pequeñitos, nuestros prójimos, recordémoslo:
Me disteis de comer, me disteis de beber, me recogisteis, me cubristeis, me visitasteis, y vinisteis a mí.
Pero además de hacer, también espera que digamos, en este sentido, él espera que les contemos a sus pequeñitos que Dios, el rey del reino de los cielos no es como los poderosos de este mundo, decirles que el los consuela, que en ultimas, la tierra no es de ellos sino del que la creo, y que tendrá misericordia de ellos…
Pero además, a nosotros nos pide que trabajemos por la paz de ellos. En ese sentido que trabajemos porque se les haga justicia (5:9-10). Se trata de una divulgación del Reino de Dios de dos maneras: a los pequeñitos darles esperanza y a los poderosos exigirles justicia, aunque como dicen los v11 y 12 eso implique ser vituperados, perseguidos y calumniados.
¿Cómo podemos hacer esto?
Como iglesia hacemos presencia en este mundo al menos de dos maneras: Colectiva e individualmente. Quizás como individuos somos muy pequeños para hacer cosas de gran impacto ante la magnitud de la realidad que enfrentan nuestros prójimos en la frontera y la que padecen los millones que están en desplazamiento dentro del país.
Pero es aquí donde podemos recordar las tres formas que podemos cumplir la misión: Yendo, dando y orando. Esto lo podemos hacer individual y colectivamente. Como iglesia podemos orar, pero también podemos dar a través de campañas que puedan llevar los que podamos enviar.
Entre estos podemos delegar a profesionales en los campos que sean pertinentes a la necesidad: Por ejemplo en derecho, ciencias humanas, ciencias de las salud, educación y demás.
Sin embargo, el llamado del Señor va más allá de esta coyuntura nacional, nos pide que lo sigamos haciendo de manera constante hasta el día que él venga. Pues solo así seremos la Sal que preserva este mundo de la corrupción y la luz que lo alumbra.
Que como discípulos el Señor Jesucristo nos pueda decir el día que regrese: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
5:2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
5:3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
5:4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
5:5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
5:8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
5:9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
5:11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
5:12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.
5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
5:14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
5:15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud,sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
5:16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.