Estudio Biblico
LA ORACIÓN, EN ESAS GRANDES DIFICULTADES Y ANTE LA TENTACIÓN
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” Mat 26:41
¿Cómo enfrentamos las situaciones difíciles de la vida? En el contexto de este versículo se nos narra una escena con situaciones difíciles, en ella están implicados Jesús y sus discípulos, ellos están a las puertas del arresto del maestro. Una vez esto pasara los discípulos se enfrentarían a pruebas difíciles y en ellas al riesgo de cometer graves errores.
Pero el texto deja ver algunas características más. Se trata del estado en el que se encuentran en medio de estas situaciones, el texto dice que Jesús está triste y angustiado hasta la muerte y que sus discípulos están sin fuerzas físicas, a tal punto que se dormían.
¿Qué hacer cuando estamos enfrentando situaciones difíciles, nos sentimos tristes, angustiados y sin fuerzas? Lo que normalmente hacemos es buscar consejería ya sea en la iglesia, a un amigo o a algún profesional de la salud mental, pero aunque es importante hacerlo, ¿qué es lo que hace Jesús y que le pide a sus discípulos?
Ante la dura realidad de la tristeza y la angustia Jesús busca un lugar para orar, y al ver sus discípulos sin fuerzas les invita a hacer lo mismo, les dice: Velad y orad. Les dice que ante la adversidad deben de esforzarse por permanecer despiertos orando, que frente a la falta de fuerzas en el fondo aún tienen ánimo para orar…
Pero ¿cuál es la importancia de permanecer despiertos y orar a pesar de esas circunstancias tan adversas? Jesús les dice: “velad y orar para que no entréis en tentación”. En Colombia tenemos un dicho que dice: “lo agarro cansado” y cuando lo decimos comunicamos que cuando estamos cansados somos más vulnerables a cometer serios errores…
Es precisamente por eso que Jesús les dice a sus discípulos que permanezcan despiertos y oren, para que no entren en tentación. Porque es precisamente en medio de situaciones difíciles, en las que estamos tristes, angustiados y sin fuerzas cuando somos más vulnerables a llegar a cometer graves errores.
El texto termina diciendo que en el momento del arresto Pedro saco una espada y cortó la oreja de Malco, uno de los que aprisionaba a Jesús (Jn 18:10). Aunque quizás nos sorprenda que una persona que estuvo tanto tiempo con Jesús hiciera esto, cuando nos miramos nos damos cuenta que también a nosotros nos puede pasar.
Nosotros también podemos caer en tentación al reaccionar de manera violenta si alguien nos arranca de nuestro lado a un ser querido, como ha ocurrido tantas veces en medio de la violencia que vivimos en nuestro países, pero cuando nos encontramos tristes, angustiados y sin fuerzas, también podemos caer en pensamientos que pueden poner en peligro nuestra vida y nuestra sexualidad.
¿Qué hacer entonces?
Debemos recordar y hacer lo que Jesús hizo cuando estaba en profunda tristeza y angustia, y lo que le pidió a sus discípulos cuando se encontraban sin fuerzas: velar y orar.
Permanecer despiertos y orar; rogar por la ayuda de nuestro Padre celestial, sabiendo que nos fortalecerá así como lo hizo con Jesús en medio del arresto y muerte que padeció.
26:37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
26:38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
26:40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
26:42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
26:43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
26:44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
26:45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
26:46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
26:47 Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
26:48 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.
26:49 Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó.
26:50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron.
26:51 Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.
26:52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
26:53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
26:54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?
26:55 En aquella hora dijo Jesús a la gente:¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.
26:56 Mas todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas.Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.